miércoles, 20 de enero de 2010

EL SEPTIMO CIELO





Las notas de una música minimal sombría, apocalíptica, que ha sonado durante horas cesa de forma abrupta. El silencio comienza a desprenderse del techo de la sala como si de pronto llovieran espesas gotas de sangre.

Cierra la puerta cuando te marches me pide Electra.

Ahora sólo el hueco gris oscuro de la puerta nos une, nos sujeta, como un pedazo de légamo al que continuamos atados.
Oh, la piel sedienta. La piel sedienta aunque la memoria vomite. Aunque recuerde el verdadero tacto del amor.
Debajo de este cielo no existe dulzura que brote a través de olas de caricias, ni miradas suaves que escondan una visión flotante, ni sueños que respiren unos junto a otros.
Esto es placer erguido desde suburbios de sollozos. El placer que tiene su propio lenguaje, el que canta y sonríe en las tinieblas de la garganta, en la agonía de los túneles.
Tiemblan los cuerpos que la oscuridad penetra. El sudor empapa el cuero, el látigo de raso vuela como una mariposa negra sobre los campos húmedos de la carne.
Los mismos circuitos activan el hambre, el sexo, la electricidad del dolor trasmutado en una sensación opuesta. Todos inundan el cerebro de excitación, de fulgor en las pupilas, de ebriedad en la pelvis.

Perdóname, amor mío, la boca que en otro tiempo besó tus labios ahora lame las piedras de las tumbas.

Un día u otro ella, la que ahora está conmigo, también pasará. Como las otras que vinieron después de perderte a ti. Las lomas de su cuello, los copos de su pecho, las cuerdas de su oscuridad, el hielo libertador de sus manos pasarán.
Y volveré a la blanca droga de tu memoria.

Cierra la puerta repite Electra mientras sus dientes brillan con un destello rojizo que se filtra por una rendija No soporto la luz.
¿Quieres que me quede contigo?
Tampoco te soporto a ti.
Pues hace un rato no me lo parecía.
Todavía hay lucha en ti. Todavía la quieres. Pero ella no puede corresponderte porque está muerta. Yo sí puedo quererte, cuando sienta que la noche te domina por completo. Entonces te llevaré al séptimo cielo.
¿Sabes una cosa? Estás equivocada: tú eres la que no está viva.
No digas sandeces, JM. Sólo se está vivo cuando puedes palpar, saborear, arañar la piel, gemir de placer.
No pensamos lo mismo. En el fondo me das pena, nunca sabrás lo que de verdad es sentir amor. Será mejor que no vuelva.
Mañana volverás. Cierra la puerta cuando te marches.




1 comentario:

  1. Este papel arrugado se refieren a una más de las relaciones que tuvo mi sobrino buscando espejismos de la mujer que amó. Sin embargo, me consta que fue una de las más turbias y perjudícales. Recuerdo bien el aspecto pálido, demacrado y retraído que presentó en esa época.
    Fue poco después de conocer a esa mujer llamada Electra cuando acabó siendo succionado por el remolino de pasiones oscuras y emponzoñadas. JM decía que eran otras formas de sentir; que ella le ensañaba a arrancar placer de los receptores de dolor en la piel y en el alma...
    Llamaban a ese juego B.D.S.M. Una locura. Yo hubiera jurado que el despertar de esos demonios, unido a sus propias obsesiones, más bien le había encarcelado en un escenario propio de las pesadillas de Clive Barker: su particular Hellraiser.

    El tío de JM

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